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las cuales se desarrollan actividades para la gestión académicas. La tabla 2 describe los incidentes encontrados en esta categoría. Tabla 2Incidentes de la categoría Colaboración para la gestión académicaRespecto a las reuniones de academia preestablecidas institucionalmente y convocadas por los líderes y coordinadores de academia, se encontró que de este modo se asegura la realización del trabajo en equipo; P2 manifestó: 'la institución ya por lineamiento tiene un tiempo destinado para el trabajo en academia'. Al respecto, P3 dijo: 'ya existe una estructura detrás, entonces esa estructura te ha llevado a hacer equipo de soporte y a la vez filtro, de asegurar el trabajo, por ejemplo, los reportes de academia tienen que participar como mínimo tres personas'.Los resultados sugieren que la colaboración existe con base en una tarea definida y transitoria durante el semestre, en este sentido, la organización por academias favorece la colaboración del profesorado para la rendición de cuentas; P7 destacó: 'algunos colaboran porque no tienen otra alternativa, porque así lo demanda el proyecto'. 'Que el trabajo colaborativo esté organizado por academias, por bloques, facilita el que tengamos que rendir cuentas a un líder, a un coordinador en este caso' (P5).El profesorado consideró que la cultura colaborativa está presente en su práctica pedagógica porque en las reuniones se elaboran los planes de clase, se comparten recursos o materiales didácticos útiles para la enseñanza de la asignatura que imparten y se asumen compromisos; P1 dijo: 'los planes se elaboran conjuntamente, se llegan a acuerdos'. En una reunión de trabajo: Las conversaciones versan acerca de compartir materiales que en lo individual habían preparado para la elaboración de la tarea. También se comprometieron con la parte del trabajo que realizaría cada quien y acordaron fechas para la elaboración de la tarea. (Nota de observación)También indicaron que tener iniciativa para compartir, así como comunicarse son aspectos importantes para trabajar colaborativamente en beneficio del programa: Tener la iniciativa de aprendizaje, de compartir las experiencias, de ayudar a otros también, porque en ese proceso, en esa dinámica es también no pensar en ti, sino en el bien del programa, la parte de ser proactivo, de tener iniciativa, para trabajar colaborativamente, es muy importante, y la responsabilidad que tenemos al momento del trabajo colaborativo, porque no nada más es por ti, es por todo el equipo con el que estás trabajando. (P6)Que se tenga comunicación dentro del equipo de los que colaboramos, porque a veces no se sabe si se entendió o no ciertas cosas, entonces el que te comuniques, el que platiques, el que hables es un punto muy importante. (P2)La atención centrada en la tarea y la cordialidad parecen predominar en la forma en la que el profesorado interactúa. En una reunión de academia integrada por tres profesoras, se observó que: 'al parecer el ambiente es de camaradería y relaciones cordiales, las profesoras están atentas a lo que dicen sus compañeras, muestran estar de acuerdo en la distribución de tareas y fecha de realización' (Nota de observación).El desarrollo de tareas administrativas como la organización de eventos es una constante en las reuniones de academia. En una de estas se abordó la organización de la semana académica que se realiza como actividad final del semestre y en la que el alumnado expone en mesas de trabajo sus producciones. En esta reunión los temas sobresalientes fueron quiénes serían los o las invitadas y los o las moderadoras. Se acordó lo siguiente:Cada profesor se encargará de conseguir el invitado que estará en su mesa y debe informar a la academia por correo electrónico a más tardar el día miércoles 8 de abril. Cada profesor va a elaborar una o varias preguntas detonadoras Para el profesorado de tiempo parcial la impartición de clases en esta institución es un complemento de sus actividades profesionales, asiste regularmente a las tres reuniones de academia programadas y cumple con su responsabilidad al impartir la asignatura. Sin embargo, su estancia en la universidad es por horas-clase, de este modo, los compromisos de trabajo que se generen en la academia y que impliquen dedicar tiempo fuera del aula son asumidos por los maestros/as de tiempo completo. Al respecto, P1 señaló: 'el tiempo, porque son profesores de asignatura, vienen por horas'; otra profesora dijo: 'este es un trabajo extra, no un trabajo primordial para ellos, entonces obviamente y correctamente le dan prioridad a su trabajo oficial, del que viven' (P6). Otras dificultades que fueron mencionadas fue la sobrecarga de trabajo y la falta de conocimientos acerca del manejo de grupos; P4 mencionó: 'las excesivas cargas de trabajo, eso es lo que a veces es más complicado'. 'La falta de conocimiento sobre el desarrollo de los grupos (...) hay personas que desconocemos de esto (...) y en la etapa de conflicto nos desilusionamos y creemos que no sirve el equipo' (P7).Con relación al trabajo aislado que realiza el profesorado, por un lado, se reconoce que es necesario especialmente 'en la revisión de literatura, la elaboración de algunos instrumentos, estrategias para posteriormente compartirlo en la academia' (P1). Por otro lado, el aislamiento fue considerado como resultado de la falta de habilidades para trabajar en equipo, inseguridades, así como la creencia de no compartir saberes y estrategias como una forma de distinguirse de otros profesores/as; P7 señaló 'el no querer, el no saber, el no poder, el no necesitar desde la perspectiva individual estar con un grupo me lleva a no integrarme, entonces eso creo que es el reto más fuerte'. P5 dijo:Yo siento que puede ser celoso con su trabajo y decir, soy un buen profesor y esto me caracteriza, y guardar su trabajo, no comparte. Pienso también que es porque se sienten un poquito inseguros acerca de lo que estén haciendo y les avergüenza compartir su trabajo, o hay personas que no tienen las habilidades para discutir y prefieren hacer solos las cosas. En el mismo sentido, se detectó la importancia de comunicarse y conocer el trabajo de colegas de otras academias en la universidad: 'sí faltaría cierta comunicación de lo que están haciendo otros, que no nos enteramos. Ya que todos somos un grupo, podría ser mejor en ese aspecto, a lo mejor comunicarnos y colaborar un poco' (P2). También, señalaron como un reto llegar a acuerdos conjuntos y respetarlos: 'ponernos de acuerdo es donde tenemos que aprender a mediar, que no nos ganen los egos' (P6); 'hacemos acuerdos y no los respetamos' (P4).Otro aspecto que mencionaron fue el convencimiento y compromiso que cada docente asume durante el trabajo colaborativo, pues no todos lo consideran de la misma manera y, por lo tanto, las responsabilidades no resultan equitativas. Al respecto, P2 dijo: 'que no todos sintamos el mismo compromiso por lo que queramos hacer, y a veces se recarga la mano en algunos y en otros no'. P7 añadió que no siempre los profesores están convencidos: 'algunos compañeros participan porque así dijo el jefe, pero no están convencidos de las ventajas de trabajar juntos y, por lo tanto, no se motiva para hacerlo'.Sin duda, las dificultades acerca del trabajo colaborativo descritas por el profesorado tales como: el trabajo en pequeños grupos, la falta de tiempo, la sobrecarga de trabajo, la falta de compromiso, así como la incierta participación de los y las profesoras de tiempo parcial son áreas de oportunidad o desafíos que la universidad y el profesorado en conjunto pueden abordar y avanzar en la búsqueda de soluciones.DiscusiónEl objetivo de este estudio fue conocer las formas en las que el profesorado establece procesos de colaboración que favorezcan su desarrollo profesional. En principio se encontró que la estructura de organización en academias es el soporte a los lineamientos de colaboración entre el profesorado, siendo a través de pequeños grupos definidos e integrados institucionalmente por docentes que imparten asignaturas afines a un área de conocimiento en donde se lleva a cabo este proceso. Estos resultados muestran las mismas dificultades y preocupaciones para la colaboración y el aprendizaje docente documentadas como colegialidad artificial por Fullan (2002) y Hargreaves (2005), la cual se deriva de un ejercicio de poder administrativo y caracterizada por cumplir con los lineamientos institucionales, lo que genera un ambiente colaborativo fingido.Los beneficios del trabajo en academias declarados como elaborar los planes de clase, compartir materiales didácticos y organizar eventos propios del programa presenta puntos vulnerables, al tratarse de una colaboración en grupos pequeños o subgrupos bien delimitados con actividades puntuales, definidas, transitorias y no voluntarias. Hargreaves (2005) indica que en este tipo de colaboración balcanizada los subgrupos por departamento o asignatura tienen como limitación trabajar de forma aislada entre sí, por lo que tienden a sostener y perpetuar una visión del mundo desde su área disciplinar.En este clima de colaboración se identificaron dificultades o aspectos críticos, tales como: la sobrecarga de trabajo, la falta de tiempo y el trabajo aislado, circunstancias que en línea con Imbernón y Canto (2013) privan al profesorado de compartir sus conocimientos y experiencias para enriquecer su enseñanza, lo cual conduce a la permanencia de modelos de enseñanza centrados en el contenido de las asignaturas y metodologías convencionales (Álvarez Núñez et al., 2021).Institucionalmente, la programación de fechas y actividades a realizar en las academias desde el inicio del semestre limita las iniciativas del profesorado para trabajar en colaboración en virtud de sus necesidades e intereses de aprendizaje para su desarrollo profesional. Esta organización en academias parece responder a un requisito técnico para hacer frente a las especificaciones institucionales (Moreno, 2006). Otras circunstancias que limitan la colaboración es el tipo de contratación del profesorado. Al respecto, Krüger (2006) describe que en la sociedad contemporánea la desaparición progresiva de las contrataciones laborales estables y el aumento del trabajo parcial son cada vez más frecuentes. Esto significa que las responsabilidades de la gestión académica son asumidas por el profesorado de tiempo completo, incrementando así su carga laboral; mientras tanto, se favorece el trabajo aislado del profesorado de tiempo parcial que al momento de esta investigación estuvo conformado por la mayoría de la planta docente, lo cual no contribuye a la integración y consolidación de la misma.Sin duda la colaboración docente en la universidad presenta desafíos, ya que comprender que el profesorado es uno de los protagonistas más importantes para el mejoramiento de la calidad educativa implica conocer cómo ha sido su experiencia en los procesos de colaboración, cuáles son sus necesidades de aprendizaje, cómo han sido sus relaciones con estudiantes, colegas y administrativos, así como las condiciones en las que realizan su práctica. Aspectos esenciales que en línea con Kelly y Cherkowski (2015), Vangrieken et al. (2015), Agüero et al. (2021) y Marín Suelves et al. (2021), se sugiere indagar como puntos de partida para organizar las oportunidades de colaboración para el desarrollo profesional.Transformar el liderazgo administrativo por un liderazgo distribuido es otro desafío para el desarrollo de la cultura de colaboración. Siguiendo a Carpenter (2015) la cultura colaborativa es un proceso en el que el profesorado y administrativos trabajan de manera interdependiente para analizar y mejorar su práctica profesional y el aprendizaje de las y los estudiantes. En el mismo sentido, Harris y Jones (2017) señalan que el liderazgo distribuido se caracteriza por el empoderamiento, trabajo en equipo, desarrollo de capacidades, liderazgo docente, autonomía y desarrollo profesional. De este modo, el liderazgo docente se extiende fuera del aula, cuando en forma voluntaria apoya a colegas, comparte su conocimiento y experiencia, y establece iniciativas para la mejora escolar. Consecuentemente, se generaría una cultura colaborativa de aprendizaje organizacional (Bailey-Moreno et al., 2017), que sirva como modelo para el alumnado a fin de prepararlos apropiadamente para el futuro y aprender a colaborar en sociedad (Krichesky y Murillo, 2011; Vangrieken et al., 2015).Fomentar en la universidad y en el profesorado la creación de redes de aprendizaje colaborativas entre departamentos, facultades y universidades nacionales e internacionales constituye un desafío que sin duda permitirá a los y las docentes compartir saberes y experiencias, así como construir y difundir conocimiento útil para el aprendizaje individual y colectivo. La investigación educativa destaca que el desarrollo profesional docente se beneficia cuando el profesorado participa activamente en redes de colaboración en las cuales investigan sus prácticas, debaten asuntos complejos y participan en las decisiones institucionales, de este modo, se aprende en un proceso continuo y sostenible (UNESCO, 2017; Van Waes et al., 2018). Además de enriquecer el conocimiento en la experiencia de aprender en redes se comparte cultura de colegas que se desempeñan en diversas regiones (Morales-Soto y Pérez-Trujillo, 2021) y aumenta las aspiraciones y el desempeño profesional (Muñoz Martínez et al., 2021). ConclusionesLa indagación de las experiencias y procesos colaborativos que llevan a cabo los docentes universitarios es sin duda un tema vigente y relevante por sus implicaciones en su desarrollo profesional y, por consecuencia, en la formación del estudiantado y calidad educativa. La colegialidad artificial y la balcanización como formas de colaboración docente para la gestión académica son aspectos críticos que no favorecen el diálogo, el análisis, la reflexión e investigación para la generación de conocimiento y el crecimiento profesional y personal de los profesores/as. La existencia de estas formas de colaboración no es un fenómeno novedoso ya que han sido documentadas teórica y empíricamente por diversos autores desde hace décadas; por esta misma razón su permanencia hoy en día a pesar de los avances científicos y pedagógicos es preocupante, al ser procesos que dificultan la colaboración, el empoderamiento docente y la calidad educativa universitaria.Aunque internacional e institucionalmente se reconocen los beneficios de la colaboración, subsisten en la docencia universitaria factores obstaculizadores como: la sobrecarga de trabajo, la falta de tiempo, la preferencia por el individualismo, la contratación parcial o por asignaturas, la movilidad laboral y en resumen las condiciones desfavorables en las que el profesorado realiza la práctica educativa, invitan a reflexionarlos y asumirlos como desafíos. En este sentido, REVISTA ELECTRÓNICA EN EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍALa colaboración del profesorado universitario: aspectos críticos y desafíos

Subjects: educación superior; colaboración de profesores; desarrollo profesional

  • Source: Revista Electrónica en Educación y Pedagogía, Vol 7, Iss 12, Pp 69-78 (2023)

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Esto supone, de suyo, pensar críticamente la formación de los docentes, ya sea en programas de maestría y doctorado o en programas de menor alcance como diplomados, cursos, estancias o pasantías. Empero, el intercambio cultural, como dimensión formativa, es fundamental para formar maestros formadores de maestros. Un profesor que no 'viaja' y se vincula realmente en otras comunidades de diversidad lingüística y cultural difícilmente comprenderá la necesidad de la apertura de pensamiento de los docentes en su propio contexto. Se reitera: esta diversidad no solo se queda en un afuera lejano y difícil de alcanzar, sino que está disponible a la vuelta de la esquina, en el escritorio de un aula escolar o, incluso, en la pantalla de un computador o un teléfono móvil. Una diversidad que revitaliza lo humano, sobre todo porque demanda procesos de reconocimiento de la humanidad en los demás (Nussbaum, 2010).Este asunto es tangencial en el desarrollo de una competencia intercultural que luego se convierta en una actitud/disposición de formación intercultural e inclusiva, en la medida que la idea del viajar no solo estaría relacionada con el ejercicio de reconocimiento de nuevos contextos lingüísticos, sociales, económicos y políticos, sino que estaría fundamentada en una actitud de apertura ante la diversidad del conocimiento, las visiones de mundo, los modos de relación (Uribe, 2011) y las formas de saber y hacer. Esta sería una condición epistemológica, política, ética y estética de los maestros formadores, pues da cuenta de unas maneras de entender la educación, la sociedad, la historia y la tradición. (...) la necesidad de que el futuro profesor tenga la capacidad de explorar, conocer y reconocer culturas extranjeras a la propia en el aula, no como una condición de la formación intercultural, sino más bien como una condición de modificación y transformación de la sociedad postmoderna. (Quintriqueo et al., 2017, p.244)En términos de Said (2011), '[...] la historia, incluido el propio pasado, está todavía sin resolver, todavía haciéndose, todavía abierta a la presencia y los desafíos de lo emergente, lo insurgente, lo no correspondido y lo inexplorado' (p.47), lo que, en relación con el papel del maestro y su relación con la historia y la tradición, significa habitar el mundo en una perspectiva crónica –no anacrónica- que haga posible el contacto con ese constructo humano que llamamos cultura con un enfoque dialógico, en continuo debate, y con la actitud (que puede ser formada) para explorar lo inexplorado y lo desconocido; 'la esencia del humanismo consiste en comprender que la historia de la humanidad es un proceso continuo de autocomprensión y autorrealización (Said, 2011, p.47).Así pues, ¿de qué manera se están preparando o enfrentando las instituciones educativas para la llegada de extranjeros y lo extranjero cada día en mayor número?, ¿cuáles son las implicaciones que tiene la formación propia de un territorio impartida a personas extranjeras en cada uno de los niveles educativos? La psicopedagogía aporta información relevante a este respecto, en tanto que la formación de la identidad social y del carácter individual se da, en parte, por la institucionalización de la educación (Guanipa y Angulo, 2020). En relación con esto, el efecto en el sujeto es diferente si recibe la formación acerca de lo extranjero entre preescolar y quinto de básica primaria, en la básica secundaria o en la educación media. Ya la formación universitaria poca incidencia tiene en la configuración de la identidad, aunque sí mucha en la formación de la competencia intercultural y la competencia comunicativa intercultural (asunto trascendental que debe ser pensado no solo en la formación de maestros, sino en la formación integral de las profesiones, las disciplinas y los oficios).[...] la tendencia es afrontar el papel de la educación como factor de desarrollo social, es decir, como un compromiso de voluntades personales e institucionales orientado a la alianza de 'civilización' para vivir juntos y en paz en un mundo mejor en el que la educación es, cada vez más, el instrumento eficaz de transformación y adaptación del hombre como ciudadano del mundo, pero localizado, que es capaz de solucionar conflictos reales sin convertirlos en guerras de religión y/o identitarias. (Touriñán y Pollitzer, 2005, p.144)La escuela, entonces, es un espacio fundamental para la formación de unas nuevas formas de la interculturalidad, ya no solo ligadas a las diferencias lingüísticas, económicas, políticas e ideológicas, sino a las diferencias entre semejantes que se expresan en una diversidad de modos de ver la realidad, de sentir placer, goce, apatía, de pensar y de gestionar la realidad, los cuales, en un panorama de globalización cultural, impregna las formas de construcción de la identidad (Achaeva et al., 2018). Asimismo, la educación es el espacio pertinente para re-pensar la interculturalidad, en tanto que, al parecer, esta enunciación se ha convertido en un comodín de carácter anecdótico y de cierta vacuidad que no logra responder las preguntas de un contexto en constante revolución económica, política, tecnológica y humana en inacabada contingencia.Del mismo modo, es ineludible pensar la interculturalidad desde la perspectiva de las transformaciones del mundo en la contemporaneidad ¿Es posible la interculturalidad en una sociedad líquida (Bauman, 2015)? ¿Es viable el pensamiento actual en torno a la interculturalidad en este tipo de sociedades? ¿Cuál es la comprensión de la interculturalidad desde las emergencias descritas por el transhumanismo y el posthumanismo (Diéguez, 2017)? ¿Cuál es el papel de la educación en relación con la reflexión intercultural y las acciones interculturales (Marín, 2007)?esencial que se propone no es generar una pugna entre la educación patriótica y la cosmopolita, sino que plantea la necesidad de interrogar la formación para el patriotismo y la formación para el cosmopolitismo, esto es, la comprensión del patriotismo y el cosmopolitismo no como limitación de una élite inexpugnable que llamamos un nosotros, ni como una conciencia de extranjería entendida como una actitud liviana en términos éticos y morales que no determina responsabilidad alguna ante el mundo y las personas. Esta posibilidad de ser patriotas cosmopolitas es llamada, por Nussbaum, ciudadanía mundial, la cual se construye por la lealtad y la cercanía propia de compartir una condición humana.Igualmente, Nussbaum (2006) hace reflexiones fundamentales acerca de aquello que puede causar vergüenza en los sujetos y que puede poner a alguien como objeto de burla o de desprecio. De esta manera, plantea el advenimiento de la vergüenza y la repugnancia como recursos para producir nuevas exclusiones, sobre todo desde el punto de vista del establecimiento de las leyes, que intentan ocultar la propia humanidad y la semejanza con esos otros que, simbólica, social y económicamente, parecen tan abruptamente diferentes. Todo esto, en términos generales, produce formas posmodernas de racismo, nuevos racismos (Rodríguez, 2019), a partir de los cuales construimos nuevas categorías de lo bueno, lo bello y lo útil, sobre todo, desde un enfoque de carácter mercantil y comercial. 'Una educación que considera que las fronteras nacionales son algo moralmente relevante refuerza [...] este tipo de irracionalidad, confiriendo a lo que es un accidente histórico un falso aire de gloria y peso moral' (Nussbaum, 1999, p.22).Con el fin de comprender a cabalidad la educación básica y media hoy día, este estudio asumió críticamente la migración, tanto externa como interna (Ward, 2022), como prácticas trascendentales para repensar la educación. De esta manera, se construyen imaginarios excluyentes/incluyentes, sobre todo para el beneficio personal, que usualmente tributan al progreso económico de un sujeto y no de la sociedad. Esto se da, por ejemplo, cuando el otro es un medio que permite la comodidad y cierta seguridad, pero nunca determinará procesos de interacción contundentes, pues ese otro no se comprende como sujeto válido de interacción y fuente de aprendizaje. De igual manera, algunos ciudadanos suelen rehusar la atención y hasta el intercambio más sencillo con los extranjeros que osen intentar hablar su lengua sin lograr pronunciarla como los locales, lo que, más allá de expresar cierto patriotismo lingüístico en extremo, denota una sospecha clara por el uso de lo propio por alguien que está fuera de mi propio perímetro de identidad. Hay quienes aprenden la lengua de destino antes de partir. Otros aprenden la lengua por la necesidad de comunicación en inmersión, otros aprenden bien la lengua extranjera después de regresar de un viaje, por un impulso estético o de reconocimiento de la necesidad. Otros encuentran en el aprendizaje de lenguas un placer y hay quienes aprenden las lenguas con una motivación académica o por simple curiosidad.No obstante, la escuela, particularmente en la educación básica y media, no ha tenido presente el tema de los procesos migratorios, aunque la presencia de extranjeros y estudiantes con otras lenguas y culturas es hoy día un elemento del paisaje de la cotidianidad y un derecho humano inalienable (Coomans, 2019). Los Proyectos Educativos Institucionales4 y las propuestas curriculares todavía responden de manera tímida, o incluso silenciosa, a la necesidad ética, política y estética de repensar los procesos formativos y las relaciones en clave de las migraciones. Paradójicamente, los docentes y los directivos docentes comprenden el fenómeno de los procesos migratorios como instancias pasajeras y no como un continuum histórico, lo que revela no solo un desconocimiento de las dinámicas políticas y económicas del mundo moderno, sino unas tendencias a confinar la escuela, en mantener un status quo que la condena a responder a intereses locales y nacionales, y olvidar la posibilidad, hoy realidad, de construir identidades latinoamericanas y mundiales (Martín-Barbero, 2001).Las relaciones que se tejen entre la escuela y los migrantes no pueden ser configuradas desde la perspectiva unívoca del país anfitrión, sino que tienen que ser construidas de manera solidaria, esto es, las formas de interacción entre los habitantes de un territorio y sus migrantes deben manar del diálogo y el debate (Médor et al., 2022). Del mismo modo, la discusión constante acerca de los procesos migratorios y su relación con la educación no puede anclarse solo en una disquisición teórica que visibilice preocupaciones y tendencias discursivas, sino en una estrategia pedagógica que permita pensar las migraciones como instancias fundamentales para la construcción de una ética de la hospitalidad (Ávila y Fiorino, 2022) que se revierta en el desarrollo de capacidades humanas para escuchar, socializar, pensar, convivir, disfrutar y cuidar el mundo con otros (Nussbaum, 2012).Adicionalmente, la formación que se ha dado a los estudiantes en la educación básica y media y en los entornos familiares, particularmente en Colombia, ha tenido una tendencia a intentar comprender y valorar lo propio, pero en relación de aversión y rechazo a lo foráneo, lo extranjero (Maillo y Lozano, 2018). Esta aversión a lo foráneo se construye como una impronta de la idiosincrasia que se adula a sí misma y que, analógicamente, repercute en la desvirtuación de lo que hacen y viven otros, sobre todo porque se teme no solo por la seguridad, el empleo y el propio bienestar, sino porque se cree que lo otro terminará por suplir los valores, las tradiciones y las experiencias de la comunidad (Jiménez, 2007).Así, la imagen del migrante para la escuela se construye como una condición negativa, en la medida que se considera una amenaza para la tranquilidad, la economía y la paz, razón por la cual se hace necesaria una pedagogía de la hospitalidad (Skliar, 2002) que no solo comprenda los procesos migratorios como acciones naturales de un mundo interconectado y en trance constante, sino como una oportunidad para el intercambio y la humanización: una educación que no es soberana del yo, sino que está centrada en un nosotros en la diversidad y la diferencia (Skliar, 2007).ConclusionesLa escuela y los intercambios interculturales en el siglo XXILo que es claro, a manera de síntesis, es la necesidad del debate académico sobre la relación entre la escuela y la sociedad, o mejor, sobre la escuela como un continuum de la sociedad, pues la diferencia ya no es meramente un tema de clase, sino una realidad que ha entrado ya en el aula en forma de extranjeros. La escuela es, en sí misma, el espacio de la diferencia, por supuesto, pues cualquier aula de clase es intercultural, a pesar de los mecanismos estatales o institucionales de homogenización (como el uniforme, los números de lista, los lugares en el aula, los horarios, los planes de estudio, las jerarquías escolares, las notas, las pruebas censales internacionales, entre otros). [...] la escuela es un espacio de convivencia y conflicto cultural, donde el personal docente y alumnos generan día a día estrategias que no necesariamente responden a una planeación institucional, sino a una creatividad articulada en prácticas cotidianas que pueden reproducir la desigualdad o bien salvarla. (Velasco y Rentería, 2019, p.6)La experiencia reflexiva permite concluir que la escuela y aquellos que la gestionan no están preparados para un contexto de migraciones, aunque este, particularmente en Colombia, hace parte natural de las escuelas, las universidades, las comunidades y las ciudades. Por tanto, es ineludible que se piensen a escala global los procesos migratorios desde posiciones alternativas que permitan construir relaciones entre la justicia, la tolerancia, la solidaridad, la ética y la hospitalidad (Almeyda et al., 2021) desde el punto de vista de la formación humana. Es necesario habituarse a la presencia de lo diferente para poder incorporarlo como parte de lo cotidiano; y es necesario prepararnos para no invisibilizarlo con la cotidianidad, sino para pensar en ello de manera tranquila, reposada, sin prejuicios y sin la finalidad de la exclusión (o la inclusión explícita, que es una forma de exclusión disimulada). 'Quien plantea la igualdad como objetivo a alcanzar a partir de la situación no igualitaria la aplaza de hecho al infinito. La igualdad nunca viene después, como un resultado a alcanzar. Debe ubicársela antes' (Rancière, 2007, p. 9).De la misma manera, más allá del olvido consciente acerca de las migraciones y su incidencia en la vida escolar por parte del Estado, los docentes tenemos la misión de pensar los procesos migratorios y la escuela, porque no solo afectan de manera directa las prácticas de enseñanza y aprendizaje (Kolancali & Melhuish, 2023; Patterson, 2022), también repercuten en la construcción de las intersubjetividades, la identidad y el reconocimiento contextual. Las migraciones, en este sentido, generan debates y políticas que comprometen la seguridad nacional (González, 2018), el cambio climático (Sarmiento, 2018), la economía (Obando et al., 2022), la concepción de fronteras (Myers et al., 2018), entre otros asuntos, por lo que se convierte en un problema clave sobre el cual conversar, debatir y trabajar en la escuela.No obstante, tal y como ocurría en la antigua Grecia, no son los ambientes académicos y letrados los que marcan la formación de los advenedizos, sino la calle, los escenarios donde pulula una formación rudimentaria; y esto es en doble vía, pues son estos escenarios los que reciben el verdadero influjo cultural de las comunidades recién llegadas y son las que se transforman a su sazón, aprovechan su riqueza cultural y la transfiguran como una contracultura que expresa una realidad política, social y económica que está por encima de sus propias fuerzas y control. Un reto más para la educación.Tal y como lo plantea Ong (1987), la comunicación se sitúa hoy en un contexto renovado: la oralidad, la lectura y la escritura se han transformado en términos de mediaciones, pero también en relación con sus propósitos, las intenciones y las formas como son asumidas por las personas: los medios masivos de comunicación y las interacciones en la era digital (Internet, Facebook, WhatsApp, Instragram, entre otros), son '[...] configuradas a partir de las relaciones entre lo oral y lo escrito, allí se trenzan de tal forma que llevan a una experiencia multimodal, en la cual las prácticas discursivas conviven y se integran como prácticas sociales del lenguaje' (Gutiérrez y Uribe, 2015, p.196).Por supuesto, estas modernas interacciones determinan nuevas complejidades de carácter ético y semiótico y, sin lugar a duda, maneras contingentes de estar/vivir con los otros. Es en este panorama de diversas formas de interacción y encuentro que debe pensar la escuela, esto es, no solo las nuevas formas de enseñanza y de aprendizaje, sino las nuevas formas de exclusión, los nuevos racismos, las nuevas y situadas formas de migración (formas de la contemporaneidad para convertirse en extranjero) y, por supuesto, las nuevas formas de sociabilidad/afiliación.REVISTA ELECTRÓNICA EN EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍAProcesos migratorios, intercambios culturales y retos educativos para el siglo veintiuno

Subjects: desarrollo humano; educación intercultural; intercambio cultural

  • Source: Revista Electrónica en Educación y Pedagogía, Vol 7, Iss 12, Pp 119-131 (2023)

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