Teniendo en cuenta la especial atención que en un Servicio de Neurocirugía se viene prestando a la aportación exploratoria que ha supuesto la tomografía cráneo-encefálica en el estudio y tramitación de los enfermos neuroquirúrgicos, se han revisado los casos tratados en el trienio 1981-1983, valorando la patología cráneo-encefálica integrada por 345 observaciones y dentro de ella, limitando el estudio a tumores cerebrales, que reunieron la doble condición de haber utilizado dicha técnica en su estudio diagnóstico y evolutivo y al mismo tiempo que se tratase de casos cerrados, lo que nos ha permitido recopilar una casuística integrada por 110 observaciones.
En todos los casos, se ha valorado especialmente la aportación diagnóstica de presunción de la tomografía, que ha sido posteriormente confirmada ó rectificada tras la oportuna resolución quirúrgica y comprobación anátomo-patológica.
En el capítulo de antecedentes de la técnica tomográfica, se hace una revisión histórica marcando los jalones fundamentales hasta llegar a HOUNSFIELD (1967), como padre del primer sistema de tomografía computarizada y a su aplicación clínica en colaboración con AMBROSE, destacando la instalación del primer tomógrafo en 1971 y la primera publicación con resultados clínicos de la técnica aplicada a la tomografía cráneo-encefálica (1973).
Se pasa revista a los conceptos terminológicos, eligiendo como más adecuada, la designación de tomografía computarizada cráneo-encefálica y destacando el desarrollo clínico y la aparición de publicaciones con resultados en toda esta década.
Con este criterio al examinar nuestro material, se han agrupado las distintas neoformaciones con arreglo a su localización en supratentoriales, infratentoriales, sellares, y parasellares y orbitarias.
Igualmente la agrupación teniendo en cuenta su naturaleza, ha permitido establecer un grupo más numeroso de tumores gliales (gliomas, pinealomas, meduloblastomas, oligodendrogliomas), que representan casi la mitad de nuestro material (53 casos, 48,18%), seguidos en orden decreciente por los meningiomas (18 casos, 163,36%), las metástasis cerebrales (15 casos, 13,63%), adenomas hipofisarios (8 casos, 7,2%), neurinomas del octavo par (7 casos, 6,36%), cráneofaringiomas (3 casos, 2,72%) y casos aislados de papiloma de los plexos coroideos, colesteatoma, hemangioma, hemangioblastoma cerebeloso, osteosarcoma y epidermoide.
Se recoge con criterio sumarial, el historial clínico de cada caso, con las aportaciones diagnósticas tomográficas de localización y de naturaleza, con la correspondiente ratificación anátomo-patológica.
Se valoran igualmente, los resultados post-operatorios, con el respaldo de la tomografía e incluso se sigue la evolución tomográfica de aquellos casos en que las intervenciones solo han tenido una actuación paliativa.
Se destacan con la oportuna descripción y con el correspondiente respaldo iconográfico, aquellos casos que suponen aportaciones trascendentes, tanto en un sentido positivo como en orden a resaltar los posibles errores de la técnica exploratoria.
Hemos valorado nuestros propios resultados, bajo el respaldo bibliográfico de más de doscientas referencias, destacando como en la moderna literatura se empezaron a presentar publicaciones globales sobre tumores cerebrales en general, para surgir después análisis más específicos sobre los distintos tipos anátomo-patológicos y ello, nos ha llevado a analizar nuestro material con el mismo criterio, lo que nos ha permitido a propósito de nuestras consideraciones, ir matizando y establecer una serie de grandes capítulos que incluyen sucesivamente a los gliomas, los meningiomas, las metástasis cerebrales, los tumores sellares, y de las regiones de vecindad, los neurinomas y sus problemas específicos de diagnóstico, los tumores infratentoriales con sus rasgos comunes y diferenciales, agrupando en otro apartado los tumores menos frecuentes.
Dedicamos especial atención al interés evolutivo en el estudio tomográfico de los tumores y las posibilidades que esta faceta proporciona en relación con el empleo de las distintas medidas terapéuticas (cirugía, quimioterapia, cobaltoterapia, etc.).
Igualmente se llama la atención por el interés que ha despertado la asociación de la técnica estereotáxica incorporada a la tomografía haciendo posible las comprobaciones biopsicas, el abordaje a zonas comprometidas, la resolución de determinados hematomas y colecciones quísticas, la implantación de isótopos, etc..
Finalmente, se corteja con criterio internacional y a la luz de datos y estadísticas publicadas, la utilidad porcentual que la técnica tomográfica ofrece en orden al diagnóstico de localización y de naturaleza de los tumores cerebrales, comprobando que en este orden y valorando alrededor de 26 estadísticas, que sumarían más de 3.300 tumores, los diagnósticos de localización se remontan al 92% de positividad y los de naturaleza al 75%.
En este sentido los primeros, se ven limitados por las condiciones de isodensidad de algunas masas tumorales y por el pequeño tamaño que estas puedan ostentar, constituyéndose ambas circunstancias e factores que limitan actualmente las posibilidades de localización tumoral tomográfica.
En orden a la naturaleza, destaca el importante avance que están proporcionando el acumulo de material y de experiencia que se viene recogiendo en las publicaciones de los últimos tiempos y que están pretendiendo reflejar tomográficamente los finos datos estructurales de la integración tumoral examinada.
Como fruto de toda esta labor personal, se concretan unas conclusiones de acuerdo con la experiencia detectada.
CONCLUSIONES:
1.- Se examina la prestación de la tomografía computarizada cráneo encefálica y su valoración diagnóstico-evolutiva en un servicio hospitalario neuroquirúrgico, manejando la experiencia acumulada en los tres últimos años (1981 – 83), sobre casos cerrados y confirmados operatoriamente, que incluye 345 enfermos y de ellos 110 tumores cerebrales.
2.- Todo centro asistencial hospitalario, que presta actividad neuroquirúrgica especializada, debe estar dotado en la actualidad de una instalación de tomografía computarizada propia, sobre todo si atiende neurotraumatología de urgencia.
3.- Las limitaciones impuestas por la escasez de instalaciones tomográficas computarizadas en nuestro ambiente y el elevado coste de sus exploraciones, exigen la especial sagacidad del clínico neurológico para saber sentar las indicaciones exploratorias en su justa medida, evitando los exámenes innecesarios y de complacencia y recurriendo en cambio, a su práctica cuando las circunstancias razonablemente lo aconsejan.
4.- La tomografía computarizada cráneoencefálica, se ha convertido en la prueba complementaria de exploración fundamental y primaria en el paciente con signos de focalidad neurológica, electroclínica ó afectación cerebral grave, limitando el empleo del resto de las exploraciones neurorradiológicas tradicionales que han pasado a segundo término.
5.- La eficacia diagnóstica de una instalación tomográfica, está en función de su calidad técnica, de la experiencia del equipo médico que la maneja y de la simultánea y adecuada valoración de los datos clínicos que el historial del paciente proporciona.
6.- Se destacan dos facetas importantes de la exploración tomográfica computarizada cráneoencefalica: en primer lugar, su valor diagnóstico como prueba de interés neuroquirúrgico y en segundo término, sus aportaciones a la evolución clínica, para confirmar la radicalidad de los resultados ó la parcialidad y evolución complementaria de los mismos.
7.- Los tumores cerebrales, plantean un doble problema diagnóstico: el de localización resuelto satisfactoriamente por la tomografía computarizada según las cifras estadísticas internacionales de tipo medio, en el 92% de los casos, y el de naturaleza cuya positividad de resultados se eleva al 75%, datos que coinciden con los resultados de nuestra propia experiencia.
8.- Se destaca el valor de la tomografía computarizada cráneoencefalica, al detectar los resultados de radicalidad quirúrgica en patología tumoral, así como la evolución de los mismos, en los casos de malignidad para poder contrastar la eficacia de los tratamientos oncológicos complementarios de la Neurocirugía.
9.- La malignidad tumoral deducida de la clínica y de las imágenes tomográficas cráneoencefálicas, han reducido los riesgos quirúrgicos de estos enfermos, que son sometidos a simples biopsias, a ser posible estereotáxicas, que al confirmar el diagnóstico, orientan hacia las terapéuticas oncológicas complementarias, aconsejables en cada caso.
10.- El diagnóstico tomográfico de localización, fundamentalmente viene limitado por el tamaño de la masa expansiva. Tumores de menos de un centímetro cuadrado de superficie, pueden escapar a su detectación tomográfica. Nuestro caso más pequeño, correspondía a un neurinoma del acústico que medía 7,89 por 7,91 mm. en el corte.
11.- EL diagnóstico tomográfico de naturaleza de los gliomas incluyendo los falsos positivos y negativos, nos ha proporcionado una fiabilidad que concretamos al 72%, como fruto de haber obtenido resultados satisfactorios en 31 casos de nuestro material.
12.- Destacamos los pinealomas con cinco casos personales y sus mayores posibilidades diagnósticas a la tomografía, así como a su control evolutivo, favorable al tratamiento derivativo con el complemento cobaltoterápico, que permite objetivas la desaparición tomográfica de la tumoración en tres de nuestras observaciones.
13.- El estudio definitivo preoperatorio de los meningiomas cuyo diagnóstico de naturaleza se consiguió en 16 de los 18 casos estudiados, obteniendo dos falsos positivos y dos falsos negativos, lo que supone un 80% de positividad total, ha exigido siempre el complemento arteriográfico, no solamente útil para confirmar el diagnóstico, sino sobre todo para conocer con detalle las características vasculares de la tumoración, con vistas al acto quirúrgico.
14.- Destacamos en nuestra casuística, el interés neuroquirúrgico de las metástasis cerebrales, que se centra sobre todo, a su carácter único y a su detectación previa al tumor primario.
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